Hace un tiempo solía voluntariar con un grupo de hombres que estaban en proceso de recuperación de una enfermedad mental, lo cual era organizado por una organización local de atención para la salud mental.
Hace un tiempo solía voluntariar con un grupo de hombres que estaban en proceso de recuperación de una enfermedad mental, lo cual era organizado por una organización local de atención para la salud mental. Nos encontrábamos cada miércoles a la hora del almuerzo y usualmente había alrededor de seis o siete hombres participando junto con un facilitador. El facilitador sugeriría algunas formas para hacer el mejor uso del tiempo, incluyendo juegos que ayudan a fortalecer la memoria, temas de discusión y formas en que la gente podía interactuar entre sí de manera positiva. El grupo fue diseñado para ser un espacio seguro y confidencial en el que los miembros se sintieran libres para hablar sobre lo que estuvieran pensando y compartir información personal y experiencias.
Me di cuenta de algunos aspectos del grupo que me enseñaron bastante acerca de salud mental y me hicieron querer trabajar más en este campo. El primero es que todas las conversaciones tendían a llevar a un mismo tema; el trabajo. Todos nos definimos mediante nuestras ocupaciones y sentimos orgullo de acuerdo al tipo de trabajo que somos capaces de hacer y cuántas horas a la semana estamos trabajando. El progreso es celebrado de manera silenciosa; para un hombre expresar felicidad acerca de estar haciendo tres turnos de cuatro horas a la semana inevitablemente hacía sentir a los otros infelices de que no podían regresar todavía a su trabajo. Rápidamente me acostumbré a que el tema del trabajo surgiera durante los primeros intercambios y que permaneciera como un tema clave durante la reunión.
El segundo aspecto del grupo que me ayudó a entender las realidades de la enfermedad mental fue el aislamiento que todos estaban experimentando. No era que no tuvieran amigos pues casi todas las personas asociadas a la organización estaban visitando el centro de paso casi todos los días y reuniéndose con otras personas que estaban viviendo una situación similar. Lo que noté era una separación más profunda con el mundo externo a lo que sucedía en el ámbito de la atención a la salud mental. Era como si de alguna manera los hombres del grupo estuvieran abandonados o apartados del resto de la comunidad porque la gente realmente no sabía cómo hablar con ellos.
El valor de las conversaciones semanales fue indudable. Permitieron a los hombres hablar sobre los temas que enfrentaban y ayudaron a recuperar capacidades y habilidades que habían perdido o que estaban dormidas de alguna manera, incluyendo el poder tener una conversación social con un grupo de personas. Por ejemplo, un hombre habló sobre mejorar sus capacidades aritméticas y poder volver a jugar cricket otra vez.
Al mismo tiempo, me preguntaba cómo sería el resto de la semana para los participantes. Yo me devolvía a mi oficina y a un ambiente de trabajo ocupado, mientras ellos cargaban consigo el proceso de recuperación, muchas veces un camino solitario.
El grupo me enseñó sobre factores importantes que ayudan a la recuperación y al manejo de temas asociados a la salud mental. Un mayor número de grupos de auto-ayuda con facilitadores experimentados es una forma en que el sistema de salud está acogiendo a personas que están en proceso de recuperación de una enfermedad y manteniendo contacto con ellos. También necesitamos gente en la comunidad en general que sea mucho más consciente sobre el tema de salud mental y que esté dispuesta a ayudar a aquellos que están siendo afectados para que puedan sobrepasar su aislamiento. Entender el papel central que el trabajo juega en nuestras vidas, y ayudar a aquellos que quieren trabajar, es una forma de ayudar a que vuelvan a ganar su sentido de autoestima.
Las sesiones semanales en las que participé fueron parecidas a los grupos que BasicNeeds ofrece como parte de su modelo global para recuperación. El trabajo de BasicNeeds en países de bajos y medios ingresos implica motivar a los participantes a hacer parte de un grupo de auto-ayuda, ya que es por medio de estos grupos que los miembros logran tener apoyo social y económico.
“Decidí unirme a un grupo de auto-ayuda en mi área para poder unir fuerzas con otras personas, brindar una mano en una finca de producción y generar conciencia acerca sobre temas de salud mental en mi comunidad. El grupo ha cambiado la percepción acerca de la gente en la comunidad acerca de los desórdenes de salud mental y han mostrado a la comunidad que son capaces de mejorar sus vidas…” –
Participante de un grupo de auto-ayuda de BasicNeeds.
Los grupos ofrecen un entendimiento continuo y apoyo para las condiciones que los participantes están afrontando, fortalecen la confianza para ayudarlos a abogar por un mejor entendimiento de las enfermedades en su comunidad y ayudarlos a preparar para el empleo. Dentro de estos grupos, las personas son escuchadas y pueden expresarse. Este es un paso más hacia lograr que los individuos puedan desarrollar formas y medios para manejar su salud mental al igual que para abogar por sus necesidades.