El término facilitación hace referencia a los métodos y procesos que permiten a las personas colaborar en un tema específico, especialmente donde puede haber complejidad, diferentes perspectivas sobre un tema o incluso disputas y conflicto.
Recientemente fui invitado a preparar una propuesta para una licitación para un rol de liderazgo de un equipo de facilitación para un taller largo y complejo. El cliente pidió respuestas a diferentes escenarios y descripciones sobre cómo se lograrían metas particulares por medio de la facilitación. Un problema ocasional en facilitación es cuando se le da mucha prominencia en el proceso al facilitador, como si fueran algún tipo de orador motivacional. Entonces me gustó la forma en que la licitación se concentraba en los métodos propuestos y la efectividad del proceso, un punto que me llevó a escribir este artículo.
El trabajo de convencer al cliente sobre el valor de enfoques particulares es un ejercicio valioso. Me hizo pensar con más profundidad de lo normal sobre algunos retos de la facilitación, especialmente qué funciona y por qué. Pienso acerca de esto como ver ambas cosas: un bosque y los árboles. Aunque una idea para facilitar una sesión pueda ser sensata y probada, necesitamos tener un sentido claro de por qué la estamos escogiendo. Algunos facilitadores hablan de ‘micro habilidades’, refiriéndose a las cosas que uno hace para ayudar el desarrollo de un proceso, como la forma en que un facilitador empieza la sesión, cómo la escucha activa es fomentada y formas de manejar las diferencias en el nivel de participación. Estas habilidades son usadas para responder a lo que realmente está sucediendo en un momento particular en el proceso.
Necesitamos combinar estas micro habilidades con un conjunto más amplio de aspectos fundamentales para hacer el proceso efectivo. Aquí hay algunos ejemplos:
Logrando el ambiente adecuado
Los grupos que participan en un proceso por lo general son diversos y las personas pueden estar en un escenario al que no están acostumbrados. Entonces deben sentirse bienvenidos y cómodos más que sentir que están siendo empujados a lograr la ejecución de un programa. La importancia de establecer un ambiente y tono adecuado para el proceso, desde el comienzo, por lo general es desestimada. La primera sesión de cada día, especialmente durante el primer día, debería ser animada y acogedora para que la gente se sienta involucrada desde el principio. Aún más importante, debería explicar el propósito de las sesiones del día y cómo se planea lograr los resultados. El tono debería ser uno de ‘productividad relajada’.
Lenguaje directo
Un error muy común en la facilitación es cuando el facilitador siente que él o ella tiene que ‘actuar’, queriendo decir que interviene demasiado, domina los procedimientos o sobre-elabora lo que dice. Esto es mucho mejor para un facilitador economizar sus contribuciones, proveyendo información usando un lenguaje plano. Explicando los ejercicios de forma visual y escribiendo palabras y frases clave en un tablero siempre es una aproximación útil.
Inclusión
Los participantes tienen diferentes expectativas sobre un taller. Algunos querrán hacer preguntas y comentarios más que otros. Un principio clave es encontrar la forma en que todos contribuyan en formas que les convenga. Por ejemplo, si la gente está nerviosa sobre hablar en inglés, entonces algunas sesiones podrían ser más efectivas si se invita a hacer contribuciones en tarjetas o visualmente en una cartelera. Algunas veces los participantes pueden sentirse como receptores pasivos de un plan desarrollado en privado por alguien más. En cambio, el pensamiento que subyace cada día y los métodos propuestos deberían ser explicados por el facilitador. Traer a la gente a lo largo del proceso e invitar la retroalimentación de los participantes hace que sea una empresa más abierta, inclusiva y compartida.
Definiendo el nivel adecuado de tiempo activo
He oído la queja ‘Yo hasta ahora estaba empezando a pensar en el tema y el facilitador nos tenía corriendo como gallinas’. Este es un comentario razonable y apunta a la necesidad de lograr un juicio cuidadoso sobre el balance en el proceso entre las actividades prácticas y el tiempo de escucha. Las personas por lo general quieren ser activas, para que el programa los motive a moverse y hacer ejercicios grupales. La mayoría de participantes solo quieren escuchar la misma voz hablando por periodos cortos de tiempo antes de que el siguiente componente del programa comience. Pero aún ahí debe haber tiempo para la reflexión. Lograr el balance adecuado es crítico para asegurar que los participantes estén del todo involucrados, motivados y retados.
En Community Works, recientemente hemos desarrollado algunos métodos y técnicas nuevas para usar en talleres intensivos para promotores de salud Aborígenes y mediante la enseñanza que hemos estado dando sobre resolución de conflictos en la Universidad de James Cook. Compartiré esos métodos y el aprendizaje derivado de ellos en un artículo futuro.
Lenguaje directo
Un error muy común en la facilitación es cuando el facilitador siente que él o ella tiene que ‘actuar’, queriendo decir que interviene demasiado, domina los procedimientos o sobre-elabora lo que dice. Esto es mucho mejor para un facilitador economizar sus contribuciones, proveyendo información usando un lenguaje plano. Explicando los ejercicios de forma visual y escribiendo palabras y frases clave en un tablero siempre es una aproximación útil.
Inclusión
Los participantes tienen diferentes expectativas sobre un taller. Algunos querrán hacer preguntas y comentarios más que otros. Un principio clave es encontrar la forma en que todos contribuyan en formas que les convenga. Por ejemplo, si la gente está nerviosa sobre hablar en inglés, entonces algunas sesiones podrían ser más efectivas si se invita a hacer contribuciones en tarjetas o visualmente en una cartelera. Algunas veces los participantes pueden sentirse como receptores pasivos de un plan desarrollado en privado por alguien más. En cambio, el pensamiento que subyace cada día y los métodos propuestos deberían ser explicados por el facilitador. Traer a la gente a lo largo del proceso e invitar la retroalimentación de los participantes hace que sea una empresa más abierta, inclusiva y compartida.
Definiendo el nivel adecuado de tiempo activo
He oído la queja ‘Yo hasta ahora estaba empezando a pensar en el tema y el facilitador nos tenía corriendo como gallinas’. Este es un comentario razonable y apunta a la necesidad de lograr un juicio cuidadoso sobre el balance en el proceso entre las actividades prácticas y el tiempo de escucha. Las personas por lo general quieren ser activas, para que el programa los motive a moverse y hacer ejercicios grupales. La mayoría de participantes solo quieren escuchar la misma voz hablando por periodos cortos de tiempo antes de que el siguiente componente del programa comience. Pero aún ahí debe haber tiempo para la reflexión. Lograr el balance adecuado es crítico para asegurar que los participantes estén del todo involucrados, motivados y retados.
En Community Works, recientemente hemos desarrollado algunos métodos y técnicas nuevas para usar en talleres intensivos para promotores de salud Aborígenes y mediante la enseñanza que hemos estado dando sobre resolución de conflictos en la Universidad de James Cook. Compartiré esos métodos y el aprendizaje derivado de ellos en un artículo futuro.